María Pilar Lasheras Vicente
Presidenta de la Fundación Sarabastall. Forma parte del equipo de educación del proyecto desde su origen.
La educación es la base fundamental para el desarrollo: “Los estudiantes de ayer, hoy son profesores en su comunidad”
El acceso a la educación es la base fundamental para el desarrollo y progreso de una comunidad. Convencidos de este principio, en la Fundación Sarabastall hemos apostado siempre en nuestros proyectos por la educación, y a ella hemos dedicado buena parte de los recursos.
Desde los inicios ha sido así. De hecho una de las primeras acciones que se llevaron a cabo en la aldea de Hushé fue un programa para concienciar a las familias de la importancia de la escolarización, incentivando con diferentes ayudas la incorporación de sus hijos, y de manera muy especial, de sus hijas al programa escolar.
Pronto identificamos, que dado el aislamiento del pueblo, y las difíciles comunicaciones, los niños cursaban los niveles que se podían realizar en la escuela local, pero muy pocos salían a estudiar fuera, de forma que no completaban ni siquiera los niveles básicos de educación.
Existía la posibilidad de examinarse en centros de localidades más grandes para obtener niveles superiores, pero la preparación en la aldea era tan precaria, que muy pocos o ninguno, superaba esas pruebas libres. Pensar en una enseñanza superior para cualquiera de ellos era una utopía.
Y si este objetivo lo ampliábamos a las niñas se convertía en un sueño que parecía imposible.
No podemos olvidar que Hushé es una aldea situada en el Karakorum, en Pakistán, un país musulmán, en el que las mujeres y las niñas están relegadas a un segundo plano, fundamentalmente al cuidado de la familia, sin preocuparles para nada su educación, y cuando creen que ya pueden colaborar en las tareas de casa u ocuparse se sus hermanos, abandonan la escuela.
Pero el camino de la educación es un camino seguro, lento, pero que siempre significa alcanzar el éxito. Y aunque sean pocos los chicos y chicas que se formen, ellos se convierten en motor de transformación y tiran de su propia comunidad. Por ello despertar el interés por la educación e implementar medidas que la estimulase, fue uno de los primeros objetivos.
Se dotaron las escuelas con material y algo de mobiliario. Se favoreció la creación de una biblioteca. Se adecentaron algunos de los locales y se dotaron de calefacción. Estos pasos nos llevaron hasta la medida más eficaz y la que más satisfacciones nos ha dado hasta el momento: establecer un sistema de becas.
Becar a los alumnos y alumnas de los cursos superiores para que puedan continuar sus estudios en Skardú, la capital del Baltistán, fue un éxito. Saber que iban a recibir una beca estimulaba a los niños/as a seguir los cursos para llegar a los niveles más altos. También los padres descubrían el interés de que sus hijos siguiesen en la escuela porque veían que las posteriores ayudas iban a ser importantes.
En la concesión de esas becas siempre han sido prioritarias las niñas.
Y en las becas no olvidamos a los maestros y maestras, muchos de ellos jóvenes y poco formados, que enseñaban en las escuelas de Hushé. A ellos se les becaba para ampliar su preparación y favorecer así que el nivel académico mejorase en la aldea.
Hoy en la escuela de Hushé es maestra Umey Kulsum, una chica, becada de niña por el proyecto.
Hoy en la nursery, la escuela de infantil, de Hushé es maestra Hasina Begum, otra niña de ayer, hoy mujer, becada por la Fundación Sarabastall.
Hoy Ruhulá, alumno de la escuela de Khande, becado por el proyecto, trabaja de contable en un hotel de Skardú.
Hoy Shakila, de las primeras becas concedidas a niñas, trabaja como comadrona en un hospital de Khaplu, pero pasa consulta gratuitamente algunos días al mes en Hushé y en otras aldeas del valle.
Sin olvidar que Ismail, Hassan Rachid, Gulam Abbas, todos ellos maestros en Hushé recibieron apoyo económico para ampliar sus estudios y mejorar como docentes…
Son ellas Umey Kulsum; Hasina Begum, Skila…, las mujeres y hombres que participaron en las jornadas de formación llevadas a cabo el pasado verano, los que nos mueven a seguir trabajando, los que nos empujan a buscar recursos para nuevas becas; porque en un futuro no lejano otras jóvenes que ahora se están formando se unirán a ellas y serán las maestras, las médicos y las madres capaces de mover hacía el progreso las pequeñas aldeas, como Hushé.
Porque como decía Vicente Ferrer; “Hay una energía transformadora que pocos conocen: la energía humana”.