Miguel Tremps Cases y Javier Arenzana Romeo
Forman parte del equipo de educación y coordinan el programa de becas.
El verano de 2015, un año más, nos volvimos a embarcar con el equipo de educación de Fundación Sarabastall para intentar que, en Pakistán, después de nuestra visita vivan un poquito mejor o, al menos, se puedan ilusionar con los proyectos que la Fundación desarrolla.
Es emocionante sentir todas las aventuras y peripecias que suelen suceder durante el trayecto: Ríos desbordados, puentes destrozados, carreteras cortadas, deslizamientos de tierras… pero nada comparable con la emoción de ver la sonrisa sincera de una madre cuando el equipo médico ha curado a su hija, la emoción de recibir la mirada tierna de un alumno que te recuerda con afecto del verano pasado o, por qué no, la emoción de que un oriundo anónimo del valle de Hushé nos invite a un té en su humilde morada, sólo porque agradece lo que la Fundación Sarabastall está haciendo en su pueblo.
Así que un verano más hemos estado poniendo nuestro granito de arena para intentar hacer algo más próspera la vida de las gentes de Hushé. Pero esto es sólo una verdad a medias. Es claro, y tal vez medible, que nosotros ayudamos a que los pueblos del valle de Hushé se desarrollen y potencien económicamente desde un punto de vista occidental de la idea de desarrollo pero, por otro lado, queremos afirmar desde aquí que son ellos, los habitantes del valle de Hushé, los que nos animan, motivan, reconfortan y alientan en nuestra vida personal y tarea docente tanto allí como aquí.
Sirva como ejemplo este verano: bajamos desde Hushé al pueblo de Kande para continuar con el trabajo que comenzamos el año pasado en la escuela. El objetivo era seleccionar a los alumnos y alumnas que van a disfrutar de las becas de estudios de Sarabastall. Así pues, cuando estábamos paseando por Kande, nos encontramos con algunos chicos que nos ladraban, a la vuelta de la esquina, otros nos maullaban; era la parte de una canción que les habíamos enseñado en el recreo hacía más de un año, y un año después, la recordaban perfectamente.
En la última visita a Hushé, como novedad, el equipo de educación realizó una jornada de formación para los maestros del valle de Hushé. A la jornada asistieron maestros de todos los pueblos del valle: Machulo, Talis, Mazigon, Khane, Kande… y por supuesto Hushé. Las jornadas educativas consistieron en la realización de unas dinámicas de grupo y en el desarrollo de tareas de animación a la lectura. Fueron sorprendentes las muestras de agradecimiento que nos transmitieron los asistentes a la jornada; ya no eran los maestros olvidados de la mano de Alá. Pero lo que los maestros pakistanís no saben, es que son ellos los que nos enseñan a nosotros a mejorar.